"A él le gustan los museos, y yo los visito con esfuerzo, con una desagradable sensación de obligación y fatiga. A él le gustan las bibliotecas, y yo las odio.
Le gustan los viajes, las ciudades extranjeras y desconocidas, los restaurantes. Yo me quedaría siempre en casa, no saldría nunca.
Lo acompaño, no obstante, en muchos viajes. Lo sigo a los museos, a las iglesias, a la ópera. Lo sigo también a los conciertos y me duermo."
NATALIA GINZBURG, Las pequeñas virtudes. Acantilado, pp. 59-60. Aportado por U-topía
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